Cuenta la leyenda, que de camino a Motupe; ciudad de fe cristiana y contradictoriamente también del curanderismo.
Hace muchos años nos cuenta la historia, que hubo un peregrino, que hacia penitencia, por su gran devoción y amor, decidió realizar una gran promesa que fue de llegar al cerro más alto de la ciudad, llevando a cuestas la cruz de nuestro señor Jesucristo, y padecer los dolores que había sentido nuestro Señor camino al Calvario por la Salvación de nuestras almas..
Este sacrificio duró más de tres días por la cual ya se sentía cansado, con la boca seca ya que no había llevado provisiones, era grande su fe, pero las piernas ya no le respondían, por tal motivo, decidió descansar y en su trayecto, vio a lo lejos una anciana, la cual se encontraba muy lejos, pero el ya estaba desvariando, por el gran calor que hacía en esta zona, pero la sed que lo embargaba hacía que se esfuerce hasta llegar donde se encontraba la anciana mujer.
Cuando la vio le pidió que le regalará un poco de agua y está le respondió que la necesitaba para sus plantas y que no podía ayudar, el hombre le insistió tanto pero ella no daba su brazo a torcer a pesar de las suplicas de este cansado hombre.
El hombre paso la noche cerca de la vivienda de esta mujer pero ella no se compadeció en ningún momento de este hombre.
Pasaron así dos días, entre noches y días, casi agonizando decidió, pedirle por última vez, pero esta vez ya no fue agua, sino un pedazo de una rica fruta que ella sembraba, la cual eran unas ricas sandías, grandes y brillantes, la cual contenían muchísima agua. Agua que el necesitaba para seguir su travesía.
Pero la anciana mujer le respondió que no podía darle, que todas estaban listas para ser vendidas y que no podía ayudarlo.
Al escuchar la negativa de la anciana mujer, decidió no insistir y seguir hasta su objetivo, que era llegar a lo más alto del cerro. Pero en el camino encontró a un buen hombre que llevaba carga en sus burros, material de trabajo que utilizar los pobladores de esta zona para construcción de sus casas.
EL anciano al ver la situación de este hombre, se compadeció y le invitó de la poca agua que este llevaba, el hombre tomó hasta la saciedad, se despidió del gran hombre por fin siguió con su travesía hasta retomar el rumbo su rumbo para la cual le había tomado muchas dificultades a pesar de la gran fe que este pueblo tenía.
Al llegar al cerro más alto, vio que este era muy difícil de escalar, pero él había llevado sus herramientas de trabajo para solucionar los problemas y la inclemencia de la naturaleza le ponía.
El peregrino desconocido escaló, escaló, con golpes, caídas, pero al fin llegó a su objetivo, y logró colocar la cruz de nuestro señor Jesucristo a lo más alto de nuestra montaña que divisa toda la ciudad de Motupe.
Y al regreso fue ayudado por un lugareño, y al pasar por el sembrío de la anciana mujer, vio que todo se había transformado en piedra. No había agua ni el riachuelo que se divisaba, todo se había secado.
El hombre preguntó por la mujer que allí vivía y le respondieron que había enloquecido, y que ella aseguraba que era un castigo de Dios, por su gran avaricia y egoísmo que veía a seres que no la dejaban tranquila y decidió huir de ellos.
Todos en la zona pensaban que era brujería la que le habían hecho. Otros dicen que castigo de Dios.
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