Siendo el 10 de marzo de 1990 mi hija entró a primero de primaria.
Sucedió…
Que mi hija estaba muy feliz porque era el primer día de clases, llegamos al colegio ella se despidió y entro feliz. Estando en la escuela una niña se burló de ella diciéndole que su vestido estaba feo y Susana se puso a llorar, la profesora la encontró llorando y le explicó que cuando estamos a esa edad a veces no sabemos lo que decimos y hacemos sentir mal a otras personas. Con esas palabras mi hija se calmó, entró tranquila al salón y más tarde llegó la hora de salida.
Desde lejos vi a mi hija en la puerta del colegio muy ansiosa pero a la vez triste, cuando llegué le pregunté porque estaba en ese estado y me contó todo lo que le había sucedido en el colegio. Le dije que a mí también me había pasado algo parecido en la época en la que yo estudiaba; le conté:
De que faltando un día para entrar al colegio yo también estaba muy contenta, pero al día siguiente me enfermé y no podía ir a clases, así pasaron los días y llegando la semana entrante yo me puse mejor y pude asistir el lunes a clases. Estaba contenta, llegué al colegio y me encontré con una amiga del salón y me contó todo lo que habían hecho en clase. Entré al salón y una de mis compañeras de clase me dijo que yo era una niña muy fea y de que no debería estar en su salón porque ahí solo había niñas bonitas y que no pertenecía a una de ellas, salí corriendo del salón llorando y una profesora me encontró y me dijo de que más importante es la belleza interior que la exterior y que yo tenía esa belleza por eso no hay que hacer caso lo que nos dicen y tomarlo como una broma.
Desde ese día aprendí a que todo lo que me dicen no es cierto, por eso yo te digo hijita que no te dejes llevar por los comentarios que hacen tus compañeras de ti, no te sientas mal sigue adelante y demuestra tu valentía y fuerza porque eso es lo que te caracteriza.
De mi parte te digo que el vestido que tienes puesto esta muy lindo y que se ve muy bien en ti, cuando mañana vayas a clases siéntete alegre y feliz.
Si la niña te vuelve a fastidiar no te sientas triste ni te pongas a llorar, pues tómatelo como una broma.
Sé valiente, alegre, feliz y muy fuerte; eso te ayudará a sentirte mejor y a ser una buena persona en toda la vida que tienes por delante.
Susana me entendió, al otro al día fue a la escuela y volvió a reencontrarse con aquella niña y siguió fastidiándola. Pero sin embargo Susana no le importó y lo tomó a risa, pues comprendió lo que habíamos hablado.
En todo el año, toda broma que le hacía la niña a Susana le quedo como una anécdota y ahora que mi hija esta grande se ha dado cuenta que aquella broma que le hacía esa niña le ha servido para sacar esa belleza interior que tiene por dentro. Y ahora es una gran profesional, una buena persona que le importa los sentimientos de los demás y lo principal que es digna
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